LA FIESTA DE LA PRIMAVERA

LAS PASCUAS

Por Alfonso Naharro i Riera

Las poblaciones que han sobrevivido a los tiempos conservan sus arquetipos y por mucho que cambien sus gentes siempre quedan autóctonos que prosiguen los usos y costumbres heredadas difundiéndolas, es por ello que las poblaciones crecen en experiencia sin perder su esencia y uno de los grupos humanos que mantienen la tradición son los niños y los jóvenes con sus juegos y manejos.

En los tiempos más antiguos la Fiesta de la Primavera estaba dedicada a los jóvenes, la tribu exigía que en la primera Luna Llena de la Primavera, para poder asistir al ritual de las flores y ofrecérselas a la diosa del amor, todos los adolescentes tenían que encontrar una chica a la que entregar su atención aunque solo fuera en los días sagrados del ritual, era una preparación que no obligaba a otra que dedicar su tiempo con toda ternura y respeto a la joven, ambos recibían la bendición de la divinidad.

Curiosamente la segunda Luna de Primavera coincide con la Semana Santa en la que todos están embarbascados de penitencias y sacrificios, los jóvenes no lo están tanto, es más diría que están encantados, son vacaciones y en mis tiempos era obligatorio en todas las partidas juveniles encontrar pareja. La Cuaresma pasaba en estos menesteres, había que encontrar una chica que te gustara y quisiera ser tu pareja durante las Pascuas de lo contrario se ‘casaban’ forzosamente los chicos y chicas sueltas que no tenían porque ser de tu propia partida.

 

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La fiesta comenzaba oficialmente el día de la Resurrección que antaño era el Sábado de Gloria y hoy es el Domingo de Resurrección o de Pascua, de ahí el nombre de las fiestas: Las Pascuas. A las doce de la noche sonaba un repique general de campanas en toda la ciudad, Cristo ha resucitado, las matracas se guardaban para el año siguiente y comenzaba el jolgorio más guapo de mi vida.

El domingo por la mañana se adornaba el cordero de pascua con lacitos y mariconadas de esas que tanto gustan. Mientras las madres se quedaban en casa preparando las cosas de casa y arreglándose para la misa de 12 los padres sacaban a los niños vestidos de pastorcitos a pasear por la Plaza Mayor con el corderito amarrado a una cuerda por el cuello… pobre bicho, nos lo comíamos en frite en la Gira.

Los jóvenes nos vestíamos de domingo con un pañuelo rojo al cuello, solíamos ir a la misa de diez y media en San Martín donde ya controlábamos a las chicas que se vestían de pastora y después de misa empezábamos a bailar en corros cantando un repertorio riguroso en el orden de las distintas canciones, cada corro tenía el repertorio en marcha desfasado de los demás pero había una armonía increíble, cuando los mayores salían de misa de doce la Plaza estaba a tope de corros en danza y muchísimos colores de las bellas trujillanas con sus enaguas, pañuelos, refajos, faldiqueras, polleras y amor.

Por la tarde la fiesta se trasladaba al Campo San Juan que es donde convergen los caminos por donde se gastaron las herraduras de España, cruce de cañadas reales y una verde pradera con pimpirigallos, en pascuas los jóvenes comíamos estas semillas que cuelgan de una pequeña hierba que crece allí, comer pimpirigallos es un ritual sobre todo si te lo comes con la moza.

 

La Banda Municipal amenizaba el baile y las familias sacaban la bota, sus tortillas, salchichas y filetes, la ensaladilla rusa, los bollos y los hornazos, comía y bebía todo el mundo intercambiando mesas y mozas. Cerca está el Molino de Viento y Santa Ana que era por donde se perdían los más osados y osadas, de estos juegos salieron muchas parejas y algunos niños.

El lunes de Pascua se hacía la Gira, el lugar oficial era el Vivero y adonde iba la Banda Municipal aunque muchas familias se buscaban sus propios canchos en el fantástico berrocal trujillano… el martes y algunos hasta el miércoles seguían sus Giras y todas las noches a bailar a la Playa Maja, que era más que una piscina municipal, sus noches fueron las auténticas noches trujillanas.

Después de que desapareciera la Playa Maja también desapareció la espontaneidad, los arquetipos se fueron enfriando, pusieron una orquesta en la Plaza Mayor para que todos bailaran al mismo son y yo me hice mayor y comencé a caminar por el mundo.

La Fiesta de la Primavera perdió los papeles y me temo que los niños y jóvenes de Trujillo hayan perdido los arquetipos aun así y aunque a Las Pascuas las llamen el Chivirí (que horterada) son unas fiestas fabulosas con muchísima gente de todos lados.

Alfonso Naharro i Riera

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Chiviri chiviri

Fiesta del Chíviri. Los trujillos, en demostración de alegría por la Resurrección de Cristo, se visten de colores y cantan y bailan en la plaza formando corros. El nombre de la fiesta le viene por el título de una de las canciones: “¡Ay, chíviri, chíviri, chíviri”!. El lunes y martes siguientes se sale al campo de romería para comer frite de cordero y hornazo. Esta ancestral fiesta, también conocida como “la Pascua de Resurrección,”. Grupos de jóvenes bailan y danzan cantando canciones con letras ancestrales al son de música de tamborileros. Esta exposición de música popular y colorido de los trajes regionales con los que mozos y mozas se atavían y donde pañuelos, polleras y refajos compiten en una bella imagen multicolor, comienza en plena Plaza Mayor, a partir de las 12 de la mañana del Domingo de Pascua. Durante dos o tres horas, se prolongan bailes y corros donde son invitados los forasteros a participar del son marcado por la pegadiza letra del “Chiviri”.

Desde todos los lugares de la comarca, e incluso de zonas muy alejadas, es común acercarse, el día del Domingo de Resurrección, a convivir unas horas con los vecinos y vecinas de Trujillo que celebran joviales la festividad del Chíviri, preámbulo, durante unas horas en su bella Plaza Mayor, de la posterior romería que a pocos kilómetros de la ciudad celebran desde tiempos inmemoriales.

Las mozas lucen sus bellos trajes regionales, típicos de estas tierras, y pañuelos rojos que igualmente utilizan mozos y visitantes que se reúnen en corros bailando al son del célebre: ¡Ay! Chíviri Chíviri, ¡Ay! Chíviri Chíviri Chon.

La Plaza Mayor, durante unas horas, va congregando entre sones musicales y signos evidentes de cordialidad a miles de personas, muchas de las cuales celebrarán posteriormente en grupos familiares y peñas la famosa romería, en la que el frite de cordero es el plato especial de la fecha.

Los pequeños gustan ya, a edades tan cortas, de participar en este encuentro tan lleno de colorido y significado local. Luciendo sus pañuelos rojos y trajes regionales infantiles.

 

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